En estos últimos meses han pasado muchas cosas y no estoy aquí para hablaros de cada una de ellas, no quiero utilizar el blog como un diario, sino que quiero hablaros sobre un sentimiento que todos hemos sentido alguna vez.
Yo he vivido toda mi vida echando de menos a diferentes personas, y es que puedes añorar a alguien que está lejos, como a alguien que está cerca, como a alguien que sabes que jamás volverá.
Puedes echar de menos a un amigo, alguien con quien hiciste las cosas mal y decidió dejar de hablarte, o a un amigo que por temas familiares se tienen que mudar y al final el contacto con él deja de existir, o uno que, simplemente con los años, dejásteis olvidada vuestra amistad.
Puedes echar de menos un familiar que por problemas ecónomicos se tiene que ir a otro país, o un familiar que nunca ha vivido cerca de tí, o uno que se haya ido para siempre, sin poder elegir despedirse de ti o no.
Y puedes echar de menos recuerdos, momentos específicos que mientras pasaban no querías que terminasen nunca. Puedes querer volver al pasado y quedarte ahí, en ese momento con esas personas. Eso es echar de menos.
No creo que sea malo tener nostalgia por algunas cosas o personas. El otro día me puse a ver fotos y me acordé de muchos momentos en los que estaba feliz, donde sólo tenía que preocuparme por sonreir y pasármelo bien. Y es normal, al fin y al cabo el objetivo de todas las personas es poder llegar a ser feliz algún día y esos momentos son lo más cerca de la felicidad que hemos llegado a estar.
Creo que debemos recordar, porque todo lo que hemos hecho nos ha convertido en la persona que somos ahora, y creo que debemos de mirar al futuro para ver en qué nos queremos convertir, pero sobretodo creo que debemos de ver donde estamos ahora, para saber que caminos tenemos que elegir.
Creemos nuevos momentos que de aquí a 15 años miremos con nostalgia, olvidemos esas promesas que no se cumplieron y esas mentiras que nos contaron, tenemos que limitarnos a recordar lo bueno y a pensar en las cosas buenas que tarde o temprano llegaran.
Yo he vivido toda mi vida echando de menos a diferentes personas, y es que puedes añorar a alguien que está lejos, como a alguien que está cerca, como a alguien que sabes que jamás volverá.
Puedes echar de menos a un amigo, alguien con quien hiciste las cosas mal y decidió dejar de hablarte, o a un amigo que por temas familiares se tienen que mudar y al final el contacto con él deja de existir, o uno que, simplemente con los años, dejásteis olvidada vuestra amistad.
Puedes echar de menos un familiar que por problemas ecónomicos se tiene que ir a otro país, o un familiar que nunca ha vivido cerca de tí, o uno que se haya ido para siempre, sin poder elegir despedirse de ti o no.
Y puedes echar de menos recuerdos, momentos específicos que mientras pasaban no querías que terminasen nunca. Puedes querer volver al pasado y quedarte ahí, en ese momento con esas personas. Eso es echar de menos.
No creo que sea malo tener nostalgia por algunas cosas o personas. El otro día me puse a ver fotos y me acordé de muchos momentos en los que estaba feliz, donde sólo tenía que preocuparme por sonreir y pasármelo bien. Y es normal, al fin y al cabo el objetivo de todas las personas es poder llegar a ser feliz algún día y esos momentos son lo más cerca de la felicidad que hemos llegado a estar.
Creo que debemos recordar, porque todo lo que hemos hecho nos ha convertido en la persona que somos ahora, y creo que debemos de mirar al futuro para ver en qué nos queremos convertir, pero sobretodo creo que debemos de ver donde estamos ahora, para saber que caminos tenemos que elegir.
Creemos nuevos momentos que de aquí a 15 años miremos con nostalgia, olvidemos esas promesas que no se cumplieron y esas mentiras que nos contaron, tenemos que limitarnos a recordar lo bueno y a pensar en las cosas buenas que tarde o temprano llegaran.
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