domingo, 31 de enero de 2016

En Esa Casa



Entro con duda en esa casa que deje años atrás, que deje por miedo a recordar, por miedo a la verdad.

Aquí se esconden los sentimientos ocultados, los liberados y los que se escaparon;

los sueños que murieron o deberían de haber muerto, los rotos y los que persistieron;

las lágrimas que cayeron al suelo por felicidad, por tristeza y por enfado;

las sonrisas falsas y las verdaderas;

los pasos que se dieron a escondidas, los que se dieron con temor y los que se dieron sin pensar;

las mentiras y las verdades;

los arrepentimientos y los logros;

los gritos y los susurros.

Todo está aquí, aún cuando me fui se quedó aquí. En cada rincón, en cada persona que pasó por aquí, en mí

Me dirijo a esa pared que un día cubrí con fotografías. Veo esos momentos en los que nadie pensaba que al final del día se convertirían en simples recuerdos. Los más presumidos posan, los más despistados miran hacia otro lado, los más divertidos hacen caras raras y los más tímidos simplemente sonríen.

Voy al armario, cojo esa caja de zapatos, que está cubierta de polvo y tiene las puntas destrozadas, donde guardaba esos trozos de papel que fui capaz de convertir en mundos.

Leo cada uno de ellos con nostalgia, recordando por qué escribía cosas tan tristes o cosas tan alegres.

Recordando en quién o en qué me había inspirado.

Recordando que no era consciente de lo que escribía.

Dejo todos esos papeles y me acerco a ese escritorio en el que presencio muchas cosas:

mis lágrimas o sonrisas al escribir, mis malas caras al no poder estudiar, mi voz al cantar, mi cara al quedarme dormida, las noches en vela...

Me acerco a la puerta donde recibí a personas con alegría, con desconcierto, con tristeza o con enfado. Intento recordar cada persona que entró y salió por esa puerta.

Intento recordar todas las falsas promesas que se formularon aquí, todas las falsas sonrisas, todas las mentiras, todas las peleas.

Intento recordar todo lo que se cumplió y todo lo que se hizo de verdad.

Salgo de la casa empapada de recuerdos de las paredes de color marrón con humedades, desgastadas por el tiempo, por todas las tormentas y  todos los días de Sol que han presenciado.

Me alejo en una huída sin olvido, caminando a la fortuna del futuro que nos vuelve a los recuerdos. 
ASTRID

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