Entro con
duda en esa casa que deje años atrás, que deje por miedo a recordar, por miedo
a la verdad.
Aquí se
esconden los sentimientos ocultados, los liberados y los que se escaparon;
los sueños
que murieron o deberían de haber muerto, los rotos y los que persistieron;
las
lágrimas que cayeron al suelo por felicidad, por tristeza y por enfado;
las
sonrisas falsas y las verdaderas;
los pasos
que se dieron a escondidas, los que se dieron con temor y los que se dieron sin
pensar;
las
mentiras y las verdades;
los
arrepentimientos y los logros;
los gritos
y los susurros.
Todo está
aquí, aún cuando me fui se quedó aquí. En cada rincón, en cada persona que pasó
por aquí, en mí
Me dirijo a
esa pared que un día cubrí con fotografías. Veo esos momentos en los que nadie
pensaba que al final del día se convertirían en simples recuerdos. Los más
presumidos posan, los más despistados miran hacia otro lado, los más divertidos
hacen caras raras y los más tímidos simplemente sonríen.
Voy al
armario, cojo esa caja de zapatos, que está cubierta de polvo y tiene las
puntas destrozadas, donde guardaba esos trozos de papel que fui capaz de
convertir en mundos.
Leo cada
uno de ellos con nostalgia, recordando por qué escribía cosas tan tristes o
cosas tan alegres.
Recordando
en quién o en qué me había inspirado.
Recordando
que no era consciente de lo que escribía.
Dejo todos
esos papeles y me acerco a ese escritorio en el que presencio muchas cosas:
mis
lágrimas o sonrisas al escribir, mis malas caras al no poder estudiar, mi voz
al cantar, mi cara al quedarme dormida, las noches en vela...
Me acerco a
la puerta donde recibí a personas con alegría, con desconcierto, con tristeza o
con enfado. Intento recordar cada persona que entró y salió por esa puerta.
Intento
recordar todas las falsas promesas que se formularon aquí, todas las falsas
sonrisas, todas las mentiras, todas las peleas.
Intento
recordar todo lo que se cumplió y todo lo que se hizo de verdad.
Salgo de la
casa empapada de recuerdos de las paredes de color marrón con humedades,
desgastadas por el tiempo, por todas las tormentas y todos los días de
Sol que han presenciado.
Me alejo en
una huída sin olvido, caminando a la fortuna del futuro que nos vuelve a los
recuerdos.
ASTRID
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